El bosque

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Emulando al amigo Don Remitente en su “Teoría del mínimo relato”,
uno cortito.


Aquel hombre un buen día, se dio cuenta de que el árbol no le permitía ver el bosque.
Enojado, buscó un hacha y lo tumbó.
Cayó pesadamente el árbol con gran enojo de pájaros y otros bichos.
Pronto noto, que detrás del primero, otro también le interrumpía la visión. Sin pensarlo mucho lo tiró abajo. Ahora se encontró con otro.
Sin desmayar y dispuesto a no permitir que nada le impidiera ver el bosque, continuó con su tarea una y otra vez.
Llegó así el momento en que cayó el último árbol.
Fue entonces cuando vio, con sorpresa, que tratando de verlo, había destruido todo el bosque.
Desolado lloró amargamente; luego vendió la madera y se hizo rico.

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1 comentario:

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Gracias por este pequeño homenaje, Carlos. Siempre me ha parecido un poco extaño ese refrán de que los árboles no te dejan ver el bosque. Los árboles sólo pueden ser el bosque, ¿no? Aunque al protagonista de tu cuento le resultaron la mar de útiles, je, je.

Un abrazo.