Hoy no pondré ningún cuento mío.

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En su lugar transcribo la primera página de una novela de Alejo Carpentier.
Es evidente que pierdo con la comparación, pero bueno estaría que pretendiera compararme.
Espero les guste tanto como a mi.


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De plata los delgados cuchillos, los finos tenedores; de plata los platos donde un árbol de plata labrada en la concavidad de sus platas recogía el jugo de los asados; de plata los platos fruteros, de tres bandejas redondas, coronadas por una granada de plata; de plata los jarros de vino amartillados por los trabajadores de la plata; de plata los platos pescaderos con su pargo de plata hinchado sobre un entrelazamiento de algas; de plata los saleros, de plata los cascanueces, de plata los cubiletes, de plata las cucharillas con adorno de iniciales… Y todo eso se iba llevando quedamente, acompasadamente, cuidando de que la plata no topara con la plata, hacia las sordas penumbras de cajas de madera, de huacales en espera, de cofres con fuertes cerrojos, bajo la vigilancia del Amo que, de bata, solo hacia sonar la plata, de cuando en cuando, al orinar magistralmente, con chorro certero, abundoso y percutiente, en una bacinilla de plata, cuyo fondo se ornaba de un malicioso ojo de plata, pronto cegado por una espuma que de tanto reflejar la plata acababa por parecer plateada…-“Aquí lo que se queda – decía el Amo – Y acá lo que se va.” En lo que se iba, también alguna plata – alguna vajilla menor, un juego de copas, y, desde luego, la bacinilla del ojo de plata - , pero mas bien, camisas de seda, sederías de la China, porcelanas del Japón – las del desayuno que, vaya usted a saber, tomaríase, a lo mejor, en gratísima compañía - ,y mantones de Manila, viajados por los anchísimos mares del Poniente.



CONCIERTO BARROCO
Alejo Carpentier

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