El puente

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Hace muchísimo tiempo, no puedo precisar cuánto, existía un hermoso puente sobre el río Paycarabí.
Por supuesto, yo no lo conocí.
Todo lo que escribiré al respecto, está basado en los relatos de viejos isleros, que, para el caso, oficiaron de informantes.
Por lo que dicen, debió de ser muy alto, ya que si bien las lanchas colectivas, eran más pequeñas que las actuales, sus chimeneas eran mucho más altas.
Como sus máquinas se movían a vapor, iban dejando tras de sí, una densa columna de negro humo. Debían quemar grandes cantidades de carbón y de leña.
En realidad no sería mucha la utilidad que prestaban. Su poca eslora, hacía que gran parte del espacio, estuviera ocupado por la caldera, el depósito de combustible, y un bote salvavidas. Si a esto le sumamos la tripulación, que estaba compuesta por un capitán que, generalmente actuaba como timonel, un primer oficial, dos azafatas, dos marineros, que se encargaban de amarrar en los muelles y ayudar a subir y bajar a los pasajeros, un maquinista y tres tripulantes más, que se turnaban, para palear el carbón. Como si esto fuera poco, dada la poca velocidad que desarrollaban, no más de dos o tres nudos con corriente a favor, se hacía necesario que estuvieran provistas de una buena cocina. Éstas eran de las llamadas económicas. No olvidemos que no existían las garrafas. Había veces, en que un recorrido, digamos canal San Fernando al recreo Nuevo Toro, muy de moda por entonces, podía durar dos días. La línea, que por aquellos tiempos, unía Tigre con Villa Paranacito, tardaba, oficialmente, cuatro días. Horario que difícilmente cumplía. Más de una vez, por una varadura, debieron dedicarse a pescar, para no morir de hambre.
Las azafatas, aparentemente estaban por demás, pero no opinaban así, el capitán, el primer oficial y en algunos casos el resto de los tripulantes.
Si le sumamos a todo esto, la correspondencia, el equipaje y bultos varios, veremos que era imposible que transportaran más de cinco o seis pasajeros, por viaje y eso bastante apretados
Es probable que estas incomodidades, y lo poco funcionales que resultaban, fuese la causa que aceleró su desaparición como medio de transporte.


Volviendo al puente.
Su construcción, se debió a los integrantes de una colonia, que se radicó, en la zona. Eran un grupo de familias, que aparentemente, procedían de centro Europa.
En esto, pude notar, algunas diferencias de criterio entre los informantes. Los más jóvenes, de los viejos, opinaban, que difícilmente pudieran haber sido europeos, ya que creían haber visto en ellos, rasgos típicos de los habitantes de las islas Tobriand y recordaban que muchas de sus costumbres, se encontraban perfectamente descriptas por Malinowsky.
En cuanto al idioma, estaban todos de acuerdo en considerarlo de un origen protooceánico. Creían que podría haberse tratado de un dialecto de la isla Kiriwina, con algunas inflexiones, propias del Tagalo.
Eran hábiles artesanos trabajando la madera, lamentablemente, no quedaron exponentes de sus trabajos. Dada la poca calidad de las maderas utilizadas, ninguno sobrevivió al paso del tiempo.
El puente en sí, estaba finamente tallado y adornaban sus barandas y costados, grandes mascarones representando extraños personajes de aterrador gesto y exóticos signos esotéricos.
Pese a la belleza formal del conjunto, su aspecto resultaba poco tranquilizador. Desde que fuera terminado y hasta bastante tiempo después de su desaparición, los isleros, primitivos habitantes de la región, evitaron pasar nuevamente por este lugar.
Increíbles leyendas, engrosan la mitología popular, refiriendo lo sucedido a los que, con sus canoas, se atrevieron a pasar, debajo del mismo.
Cercanos a ambas cabeceras del puente, se levantaban los palafitos que formaban la aldea. Sus altos y puntudos techos, se hacían visibles desde gran distancia. Estaban recubiertos con espadañas y llamaban la atención por sus caprichosas formas.
Sobre una de las márgenes, se ubicaban las viviendas de los casados, y unas extrañas construcciones, probablemente depósitos, además de una especie de gran galpón donde se realizaban las reuniones y festejos de la comunidad. En la otra orilla vivían los solteros.
En realidad, cuando se establecieron, solo tres mujeres los acompañaban. Es de imaginar, lo triste de las noches de los solteros, en la soledad de la isla.
Al principio, solían ofrecer comprarle la mujer, a cuanta persona se aproximara a la zona. No tuvieron demasiada suerte. Con el tiempo, se deben haber ido acostumbrando a su suerte.
Pese a todas las gestiones que hicieron en ese sentido, consiguieron, solamente tres nuevas compañeras.
La primera en llegar fue una señora de unos sesenta y cinco años. Debía pesar cerca de los ciento treinta kilos. Era de incierto origen pero, había vivido gran parte de su vida en la isla. Para más datos, en el arroyo Cruz de Palo, entre el Largo y La Barquita. Según mentas, era todo un espectáculo, verla con su opulenta humanidad, sentada en un pequeño banquito en la punta del muelle, con la cabeza cubierta por un gran sombrero de paja y pescando mojarritas con una caña en cada mano.
La segunda, también una mujer bastante mayor, había trabajo durante largos años, en uno de esos bares_prostíbulo, que en cantidad, supo haber en el puerto de frutos de Tigre.
Cuando los años le indicaron que se había quedado sin trabajo, no teniendo donde ir, decidió probar suerte, uniéndose a la colonia.
La última, nadie sabía de donde había venido pero, según algunos, se habría fugado del Moyano. De ésta no tenían mas datos.

De aquí en adelante, los relatos difieren y mucho.
Todos refieren la desaparición de la colonia, achacándola a motivos diferentes.
En general coinciden, en que cualquiera fuera el motivo, todo se inicia por las mujeres, o mejor dicho, por la falta de ellas.
Aparentemente, exóticas y complicadas costumbres, provenientes de su lugar de origen, dificultaban las uniones matrimoniales.
Estas costumbres ancestrales, útiles en su momento, servían para evitar los problemas de los incestos reiterados y a la vez limitar, en cierta medida, el crecimiento demográfico desmedido, que hubiera alterado el equilibrio, dentro de las aldeas.

Trataré de explicar esto, de acuerdo con lo que me explicaron.
Por ejemplo, en un asentamiento, las familias se dividían en cuatro clanes. Como no tenemos ni la menor idea de cómo los denominaban, los llamaremos A, B, C, y D.
Los hombres del clan A, podían contraer matrimonio, solamente con las mujeres del clan C. A su vez los del clan C, únicamente, con las de los B y D. Los del B y del D con las del A.
Todo esto hacía imposible la existencia del incesto. Las mujeres en edad de casarse, eran entregadas en matrimonio, prioritariamente, a los mayores solteros. Esto limitaba la cantidad de nacimientos.
Era lógico entonces, que con todo este bagaje cultural a cuestas, las pocas mujeres conseguidas, quedaran en manos de los más ancianos.
Esto, según algunos, fue la causa de su desaparición. Simplemente, al no tener descendencia, se fueron extinguiendo.
Para otros, esta interpretación de los hechos, es por demás simple.
Es indudable que a los jóvenes no les habrá hecho ninguna gracia, el que se mantuvieran acá, estas costumbres, donde ya no tenían sentido.
Dicen, que por las noches, comenzaron a verse sombras furtivas, que cruzaban de una orilla a la otra.
Era indudable, que algún marido hacía la vista gorda o que, por lo menos, tenía el sueño muy pesado. No obstante, una mañana apareció colgando del puente, el cadáver de un joven horriblemente mutilado.
Esto habría desatado la tragedia. Pronto se formarían dos bandos que, según parece se enfrentaron con ferocidad en el centro del puente.
Cuentan los que vivían cerca de la desembocadura con el Estudiante, que vieron como bajaba el agua roja de sangre y como las palometas y otros peces se daban un festín con toda clase de restos humanos.
En este enfrentamiento habrían muerto la mayoría de los miembros de la colonia, los otros lo harían días después, por las heridas recibidas.
Para completarla, parece ser, que la mujer, de la que se decía, había escapado del neuropsiquiátrico, en un repentino ataque de locura, había prendido fuego a las viviendas.
Así habrían desparecido sin dejar rastros, estos extraños individuos, que habían llegado al lugar, no se sabe de dónde, ni cómo.
Sin embargo, por el extraño aspecto, de más de un habitante actual de la isla, sobre todo, allá por el arroyo Carpincho, alguno de ellos habría dejado descendencia.


_____________________2006.

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