El Escritor

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Después de dar muchas vueltas, conseguí por fin, trabajo en la revista.
Tenía que hacer de todo, servir café, acarrear papeles de una oficina a otra, llevar y traer chimentos del espectáculo, desparramar infundios sobre determinado político para ver si algún gil, de otro medio, lo publicaba como primicia, hasta, entrevistar a alguna seudo actriz de cuarta, en la que nadie de la redacción, quería perder el tiempo.
Tenía la ventaja de no ser un trabajo rutinario y a veces, resultaba divertido. La desventaja era el sueldo bastante escaso.
Este sueldo, aunque pobre, significaba un gran alivio en mis finanzas totalmente destruidas.
Otra ventaja era que mis entrevistadas, generalmente autoproclamadas “vedette” o “modelo”, ante las ganas de un rápido ascenso en su carrera, solían ser muy cariñosas y amables con el joven periodista, que podía lanzarlas al estrellato. Algunas no estaban nada mal.
Resultaba interesante también, cuando conseguía colarme, en alguna sesión de fotos de señoritas, que posaban con bastante cuerito al aire.

En oportunidad de realizarse, en la redacción, una fiestita de despedida a un viejo que se jubilaba, me puse a charlar con un fulano, que escribía, esporádicamente, algunas notas en la revista. Tenía una facha bastante estrafalaria, parecía un personaje salido de La Boheme. Toda la ropa aparentaba quedarle grande, usaba un gran moño negro, medio arratonado, el saco, bastante raído y los pantalones, en cambio, le quedaban cortos, era muy alto. Tenía el pelo bastante largo y barbita en punta. Se llamaba Alberto Balaguer Mendoza, era un tipo extraño y si bien me pareció medio pirado, me resulto muy interesante. Escribía, para vivir, novelas policiales y algunas novelitas de amor, tirando a porno eróticas. A las primeras, las firmaba Estephan Craigh y a las otras Amanda Corazón.
Como la reunión estaba sumamente aburrida y del que se jubilaba, no tenía ni idea de que pito tocaba, me dediqué de lleno a los sanguichitos, al whisky y a charlar con el raro bicho.
Filosofaba, con toda seriedad, haciendo comparaciones entre la vida y las noticias de televisión. Mirá pibe, me decía, tanto en la vida como en la televisión, veras o escucharás cosas, que si bien, creerás que son diacrónicas, te resultaran anacrónicas, pero en realidad, por último verás que son sincrónicas.
Por supuesto, me costaba seguirlo en sus disquisiciones. Entre los tragos y que el tipo saltaba de un tema al otro, me confundía bastante.
De todas formas, me resultaba sumamente entretenido por la manera de decir y sobre todo por las caracterizaciones estrafalarias que hacía de las cosas. Me venía bien, por lo menos alejaba un momento, de mi cabeza, negros pensamientos que me daban vueltas desde hacía unos días.

Le debía algo de plata a un prestamista. Por un malhadado negocio casi pierdo hasta el apellido, no tuve más remedio que caer en sus manos. Era un tipo sumamente desagradable, se llamaba Aarón Kaplan, y era una mezcla de judío con turco. Era espantosamente feo, la mujer, mucho peor, y la hija, con algo de cada uno, parecía escapada de una novela de terror.
Entre la charla y el whisky, me había olvidado del tema, hasta que el escritor, no recuerdo bien por que, empezó a hablar de problemas no bien resueltos de la lengua castellana. Daba como ejemplo el que no hubiera una palabra para designar a la hembra del mosquito.
Fijesé, me decía, si yo la llamo mosquita, me fui de género.
Esto me hizo acordar inmediatamente de Zaida, la hija de Aarón. Era lo primero que pensé cuando la conocí, esta no pertenece al género humano.

De ese momento en adelante, ya no pude prestar atención a las cosas que me decía Balaguer Mendoza. No podía olvidarme de la última charla con Aarón.
Hacía dos o tres días me había citado a su casa.
Con una desagradable sonrisa, en su desagradable cara, me dijo sin muchas vueltas: _ Mire mijito, Yo sé que usted va a tener muchos problemas para poder pagarme, pero también sé, que va a tener muchos más, si no me paga.
Mi hija Zaida, que sé, no es muy agraciada, no sé porque, desde que lo vió, anda caliente con usted. Dese cuenta, que si usted fuera de la familia, yo no le cobraría su deuda. Piénselo, a lo mejor le convendría casarse con ella.
Este discurso, dicho en forma aparentemente amable, para encubrir todas las amenazas implícitas, me pescó tan desprevenido, que me quedé helado. No podía creer la insólita propuesta. Tratando de no ser descortés y poniendo la mejor cara de buen chico, salí lo más rápido que pude de allí.
Al salir escuché que me decía: Piénselo, piénselo, le conviene.

Terminada la reunión, y luego de despedirme de algunos, rumbié para mi casa. Balaguer bajó conmigo y en silencio, caminamos juntos unas cuantas cuadras. Al despedirnos, me dijo; Parece que usted tiene problemas serios, si quiere, en otro momento lo podemos charlar, a lo mejor entre dos es mas fácil encontrar la solución. Llamemé. En la redacción tienen mi número. Por hay, quién le dice.
Le agradecí sus buenas intenciones, y seguí mi camino.

Dos o tres días después, al salir de mi casa, se me acerco un grandote, casi tan ancho como alto, y con una amplia sonrisa, me dijo;
_ Perdóneme señor, le traigo un mensaje de don Aarón.
Me pidió, le dijera, con todo respeto y amabilidad, porque parece que usted es su futuro yerno, que espera, antes de fin de semana, la contestación a la propuesta que le hizo. No recuerdo muy bien, pero creo que también me dijo, que si la respuesta es un no, aunque le pague, la cosa se va a poner fulera. Chau, que la pase bien.
Se dió media vuelta, se subió a un coche que lo esperaba con un flaco al volante, y se fueron.
Yo me quedé parado, duro como una estaca y sin saber para donde rajar. Me temblaban las rodillas.
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Ya en el trabajo, no sabía que hacer con mi alma, me sentía enfermo y lo peor de todo era que no tenía con quien hablar. Recordé entonces la invitación a charlar del tema, de mi nuevo amigo, el escritor. No tenia la menor esperanza de que él pudiera hallarle una solución al desagradable asunto, pero por lo menos podría contarle a alguien mis desgracias. Lo llamé y quedamos en encontrarnos esa noche en la calle Corrientes en La Paz.
Llegó con no demasiado retraso y luego de pedir un café y una copita de anís, me dijo ceremonioso: Bueno amigo, cuénteme sus cuitas.
Le conté lo más sucintamente posible todo el asunto. Me escuchaba atentamente y sin interrumpir mí relato ni una sola vez.
Cuando termine, se quedo callado un rato, pensando. Al cabo, dijo como para sí mismo: ¡Jodido asunto!, Si no paga, lo revientan y si paga y no se casa, también lo revientan.
Creo que la cosa esta clara, o se casa, o tenemos que encontrar la mejor forma de contraatacar, para defendernos mejor.
Vamos por partes, ¿Qué sabe usted de esta mina?
_ Realmente muy poco. Sé el nombre, que es medio boluda y espantosamente fea. Eso es todo.
_Evidentemente, no es mucho. Creo que lo primero seria hacer una exhaustiva investigación, para saber por donde empezar. Deberíamos recolectar la mayor cantidad de datos posibles, sobre ella, el padre, la madre, en fin sobre la familia. Todo puede ser de utilidad.
_Me parece perfecto, pero no creo que en una semana podamos hacer mucho.
_Razón de mas para apurarnos, buscaremos la forma de alargar los plazos, pero por algún lado hay que empezar.
¿Sabe usted si tienen mucama?
_ Si, creo que sí.
_ ¿Es joven o vieja?
_ Creo que es una chinita bastante joven.
_ Perfecto ¿Tiene algún amigo capaz de hacer un trabajo rápido?
Pudiera ser nuestra mejor fuente de información.
_ Probablemente, talvez el Cholo, es bastante pintón, tiene labia y es muy putañero. Ese podría ser.
_Bien, véalo cuanto antes, mientras tanto, usted, con mucha discreción, trate de averiguar algo en los boliches del barrio, siempre hay alguna vieja chusma dispuesta a contar cosas intimas de la gente.
Eso sí, tenga mucho cuidado con no quedar pagando, si lo pescan se nos va todo al diablo. Yo mientras tanto voy a ir creando una distracción, a la fulana, le van a empezar a caer cartas de amor, de un admirador desesperado, ante la noticia de que el padre pretende casarla.

Discutimos algunos puntos más del plan y cada cual fue a lo suyo. Yo a ver al Cholo y él, a escribir atormentadas cartas de amor.
Me sentía contento y a la vez totalmente desconcertado, nunca hubiera pensado que este tipo, con facha de romántico poeta del novecento, fuera capaz de trazar tan rápidamente, un plan de ataque.
Encontré al Cholo en el boliche, jugaba, con otros al tute cabrero. Cuando conseguí despegarlo del grupo, me lo lleve a una mesa del fondo y le conté mi problema con pelos y señales, por supuesto, le hable de la mucamita y de su intervención en el asunto. Le encanto poder colaborar de este modo, prometió que ni bien terminaba con el reparto de diarios, se ponía en campaña.
Al día siguiente, paso Balaguer por la revista, venia a mostrarme la copia de la carta que había enviado. A más de larguísima, era una increíble mezcla de lugares comunes, frases hechas y cursilerías de todo tipo, con fragmentos de poemas intercalados en el texto y reiteradas declaraciones de amor desesperado. Era patética.
Cuando le di mi opinión, me dijo que no me preocupara, que conocía a sus lectoras y que estaba seguro, surtiría el efecto esperado.
En realidad no estaba muy seguro de que efecto debía causar, pero lo vi tan confiado, que no dije mas nada.

Al salir del trabajo, recorrí todos los negocios del barrio, comprando algo en cada uno y tratando de tirarle la lengua a dueños y clientes.
Nada que no supiera, pude averiguar.
El Cholo tuvo más suerte, ya había hecho su primer contacto y tenia cita con la piba para la noche siguiente.
Esa noche, no se porque, pero dormí mas tranquilo.

En su siguiente visita, nuestro estratega, me comento que acababa de mandar una nueva carta. Esta no me la mostró, pero me dijo que le sugería, que le contestara, para eso le daba la dirección de la editorial de sus libros y a su nombre de autor de novelas policiales. Eso lo hacia, me explico, para conocer la reacción que le producían sus cartas. Si las contestaba, seguramente seria porque le habían interesado.

Ahora me tocaba a mí, conseguir más tiempo. Debía entrevistar al viejo y mostrándome dispuesto a casarme, solicitarle unos días para solucionar algunos problemas pendientes.
Temiendo que con su experiencia de prestamista, se diera cuenta de que lo mío no eran mas que maniobras dilatorias, me fui a verlo.
Para mi sorpresa, cuando le exprese mi “sincero” deseo de casarme con su hija y le solicité un cierto tiempo, me dijo que estaba de acuerdo y que me lo tomara con calma. Aparentemente, Zaida, quería también un poco mas de tiempo, antes de decidir tan trascendente paso.
Luego nos enteramos por nuestro informante, que, según lo contado por la mucamita, en casa de sus patrones, se había armado una tremenda discusión, porque a raíz de unas cartas recibidas, la hija quería a toda costa conocer al autor, antes de resolver su casamiento.
Era evidente que las cartas habían surtido el efecto que su autor buscaba. Fue una jugada maestra.
Ahora con más tiempo por delante, podríamos continuar con las investigaciones, mientras el poeta continuaba con sus cartas.

No lo vi por varios días. Una tarde me llamo para contarme que estaba recibiendo una carta por día de mí ex novia. Me dijo que estaba bastante asombrado. _ Usted no se imagina, esa mina es mucho más inteligente y sensible de lo que parecía, además ha leído muchísimo y es amante de la poesía. Sus cartas son realmente interesantes. Lo malo es que quiere conocerme, no sé todavía que voy a hacer, ya veré, después le cuento.
Como el asunto de la deuda parecía haber quedado en stan bay, junto con el matrimonio, me sentía mucho mas tranquilo. Pese a todo, no tenia la menor idea de cómo podía terminar esto, ni hasta cuando podríamos estirar el desenlace.
El Cholo, mientras tanto, seguía viento en popa con la piba y se lo veía cada vez mas entusiasmado. No averiguaba nada nuevo, pero no perdía oportunidad de verla.
Balaguer, parecía haberse borrado, hacia un montón de días que no tenía noticias de él. De casualidad, me enteré, que por su cuenta, le había pedido al Cholo, que dejara en paz a esa familia y suspendiera todo tipo de averiguación sobre ellos. Este accedió, siempre que ello no significara tener que dejar de ver a Dorita, la mucama.
Extrañado, lo llamé por teléfono, me costó bastante ubicarlo porque aparentemente estaba muy poco en su casa.
Cuando por fin me atendió, note que a todas mis preguntas, contestaba con evasivas. Usaba un montón de palabras para no decir nada y trataba de confundirme dando vuelta las cosas, pero al final termino confesando que se había encontrado con Zaida y que la habían pasado bárbaro. Se maravillaba al notar la cantidad de cosas en común que tenían. Después de esta confesión, con una excusa trivial, me cortó
Como al mes de esta conversación telefónica, me encontré con mi amigo el diarero, que, muerto de risa, me contó, que por su novia, se acababa de enterar del próximo casamiento de Zaida Kaplan con Balaguer Mendosa.

Dos o tres meses después, cuando casi había olvidado todos estos acontecimientos, recibí un llamado del escritor, quien en tono muy serio y circunspecto, me invitaba a una reunión en casa de los Kaplan.
Cuando llegue a la tal cita, me abrió la puerta un señor, que en primer momento, me resulto totalmente desconocido. Después de unos minutos, y más que nada por su forma de hablar, reconocí que tenía ante mí, al ex facha de poeta.
Vestía un impecable traje gris, se había cortado el pelo y estaba prolijamente afeitado. Recién ahora notaba su extraordinaria fealdad y lo desagradable de sus gestos.
Con toda seriedad, me explico que el señor Kaplan, resolvió jubilarse e irse a vivir con su esposa a Miami, por lo tanto, Zaida y él habían quedado a cargo de los negocios. Con respecto a mi deuda, que no había prescripto ni mucho menos, para que no me resultara tan pesada, se las pagaría en doce cuotas, con interés bancario, a partir del mes siguiente.
Por supuesto, agradecí su deferencia y me fui de esa casa, sin saber si llorar o reír.

El Cholo, no se caso con Dorita, pero se fueron a vivir juntos y tienen un bebe hermoso.
___________________________________2006

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querido vecino, este cuento me abstrajo totalmente por unos minutos, fascinante.

Siga adelante con este blog.

Saludos
Juniors

Carlos Podesta dijo...

gratamente sorprendido por tu comentario y muy agradecido por el mismo. Espero te gusten mis demas cuentos. El proximo a publicar esta relacionado con este.Nuevamente gracias. Podestá.