ALGO DE OLIVERIO GIRONDO

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¿Que las poleas ya no se contentan con devorar millares y millares de meñiques?
¿Qué las maquinas de cocer amenazan zurcirnos hasta los menores intersticios?
¿Qué la depravación de las esferas terminará por degradar a la geometría?
Es bastante intranquilizador- sin duda alguna- comprobar que no existe ni una hectárea sobre la superficie de la tierra que no encubra cuatro docenas de cadáveres; pero de allí a considerarse una simple carnaza de microbios… a no concebir otra aspiración que la de recibirme de calavera…
Lo cotidiano podrá ser una manifestación modesta de lo absurdo, pero aunque Dios – reencarnado en algún sacamuelas- nos obligara a localizar todas nuestras esperanzas en los escarbadientes, la vida no dejaría de ser, por eso, una verdadera maravilla.

¿Qué nos importa que los cadáveres se descompongan con mucha más facilidad que los automóviles?
¿Qué nos importa que familias enteras - ¡llenas de señoritas! – fallezcan por un excesivo amor a los hongos silvestres…
El solo hecho de poseer un hígado y dos riñones ¿no justificaría que nos pasáramos los días aplaudiendo a la vida y a nosotros mismos? ¿Y no basta con abrir los ojos y mirar que la realidad es, en realidad, el más auténtico de los milagros?
Cuando se tienen los nervios bien templados, el espectáculo mas insignificante – una mujer que se detiene, un perro que husmea una pared – resulta algo tan inefable….es tal el cúmulo de coincidencias, de circunstancias que se requieren – por ejemplo –para que dos moscas aterricen y se reproduzcan sobre una calva, que se necesita una impermeabilidad de cocodrilo para no sufrir al comprobarlo, un verdadero sincope de admiración.
De ahí ese amor, esa gratitud enorme que siento por la vida, esas ganas de lamerla constantemente, esos ímpetus de prosternación ante cualquier cosa… ante la estatuas ecuestres, ante los tachos de basura…
De ahí ese optimismo de pelota de goma que me hace reír, a carcajadas, del esqueleto de las bicicletas, de los ataques al hígado de los limones; esa alegría que me incita a rebotar en todas las fachadas, en todas las ideas, a salir corriendo - ¡desnudo! – por los alrededores para hacerles cosquillas a los gasómetros… a los cementerios…
Días, semanas enteras, en que no logra intranquilizarme ni la sospecha de que a las mujeres les pueda nacer un taxímetro entre los senos.
Momentos de tal fervor, de tal entusiasmo, que me lo encuentro a Dios en todas partes, al doblar las esquinas, en los cajones de las mesas de luz, entre las hojas de los libros y en que, a pesar de los esfuerzos que hago por contenerme, tengo que arrodillarme en medio de la calle, para gritar con una voz virgen y ancestral:

“¡Viva el esperma… aunque yo perezca!”


Oliverio Girando
ESPANTA PAJAROS
(Al alcance de todos)
1932



4 comentarios:

Meri Pas Blanquer (Carmen Pascual) dijo...

Qué bueno este texto de Girondo, sublime amigo.

Carlos Podesta dijo...

Estimada Carmen: Ya que escribo bastante mal, pretendo seleccionar bien mis lecturas.
Gracias por ver mi blog.

Carlos Podesta dijo...

Estimada Raquel. muy agradecido por tus comentarios y realmente honrado por tu premio. Aun no se muy bien como bajarlo, ya lo intentaré.
Nuevamente gracias.

Unknown dijo...

!!Buenisimo !! Que loco lindo Oliverio.